La felicidad no es un fin, como pretenden algunas gaseosas, sino un medio para llegar a ser más humanos. Un reposo, un descanso, una recuperación para volver a emprender una nueva aventura, para retar de nuevo al destino, para salir del vórtice de nuestro ombligo y encontrarnos con los demás. Por eso queremos eligir con mucho cuidado las fuentes de nuestro bienestar…
Una voluntad que no aceptara nada que la aturda más allá del descanso, nada de fantasías edulcoradas y suministradas por pantalla. Solo aceptará el placer que reviva, que despierte, que fortalezca, que estimule el deseo de un nuevo encuentro con la realidad, con las otras personas, con los retos sociales. Así lo entendieron los sumerios que consideraban a la cerveza como un elemento importante para la civilización. En su epopeya de Gilgamesh, uno de los pasos que da el salvaje Enkidu para convertirse en civilizado es apurar siete copas de cerveza, con lo que “su talante se hizo despreocupado y alegre, su corazón exultó y su cara resplandeció”. Ahí están nuestras cervezas: ricas, 100% naturales, refrescan y aportan salud. No tienen nada de industrial, tampoco nada de bombo publicitario. Porque, al final, la calidad y el sabor en la copa son lo más importantes, no creen?